martes, junio 12, 2007

los niños sueñan con cosas de locos

La luz de la vela baila en las paredes de la cueva como si fuera parte del sonido de los tambores que no cesan, y que con su tong, tong, tong, me hacen cada vez más alejarme de mi-yo. Ese Yo-Mí que trabaja y que es potencial padre de familia. Tong tong tong tong tong tong tong. Las luces de la vela cada vez van siendo más claras y transparentes. Como si se mezclaran con las luces que emanan del pelo de aquel hombrecillo que, en la mitad de la selva nos ofreció por unos pocos dólares, hacernos este ritual. Generalmente yo no confío en este tipo de gente, pero algo que está dentro de mí me hizo correr tras él y pedirle que no se fuera. Esta maravilla de selva me está volviendo loco, pensé en ese minuto. A veces uno tiene que aferrarse a algo en momentos tan distintos a lo común como lo es ahora. Pero cada vez puedo pensar menos y como que mis ideas van aletargándose con cada tong que entra por mis oídos directo ya al cerebro, directo ya al cuello, a mis ojos, a mi boca, a mi frente, a mi espalda, pecho, estómago. Me toma del vientre y me tira con fuerza y entro al túnel.... al otro lado hay luz..... al otro lado está cada vez más lejos... como si algo me reclamara de vuelta... abro lentamente los ojos y veo sólo luces, manchas, luego figuras, luego rostros, luego el fuego, luego manchas, luego luces , luego me siento caer... Otra vez el túnel, pero ahora hacia delante... la luz del final está cada vez más grande, es algo que no puedo creer, se proyecta y se divide en los tres colores primarios, luego en los siete del arcoiris, luego en millones de tonos y se transforma en hilos de luz. Y luego esos hilos en puntos. Y luego zas!, estoy al otro lado. Fluyo en un medio que parece acuoso. Parezco, soy acuoso. Me estoy como diluyendo. Siento un remezón, luego trato de abrir los ojos. Pero no puedo mover ni un músculo. Huele a tierra. Logro mover la boca y la abro. Sabe a tierra. Estoy tapado de tierra. Logro mover el cuello. Lo saco a lexterior y unas manos me impiden levantarme. “Estás reagrupándote”, me dicen aquellas manos, como bailando. Cierro los ojos y trato de concentrarme... Logro abrir los ojos y todavía estoy sentado frente a la vela y el tong tong tong tong tong.... Cierro los ojos otra vez y estoy en una playa azul, sentado con el hombrecillo. Y me habla. Pero no son palabras, sólo me da a entender que me quedaré en la selva a vivir con él. Su voluntad es más fuerte que la mía. De momento no me importa mi trabajo, ni mi familia, ni mis proyectos, ambiciones, ni nada. Estoy feliz. He encontrado lo que buscaba. Abro los ojos. Soy el mismo. Soy otro soy todo con el todo, soy parte de ese todo, cierro los ojos y vuelvo a la tierra, termino de toser y de limpiarme los ojos. Y me levanto, me sacudo y entro al agua, en el río. Por fin despierto. El hombrecillo está esperándome con mi equipaje a la salida del agua destornillándose de la risa. Me visto, no me había dado cuenta de mi desnudez hasta entrar en el agua. “¿Y mis amigos?, pregunto. “Se fueron”, me contesta con un dejo sarcástico de satisfacción en su rostro. “no van a volver”. No pregunto nada más. Sería como retroceder a la caverna y ver la cueva, la vela, las caras y tong, tong, tong, tong...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

viviste eso?
parece un estracto sacado de ya sabes cual libro que disfrutamos todos nosotros los que queremos saber.
tuve una experiencia similar alguna vez y fue igualmente marabillosa y aterradora, me gusto mucho tu relato.

Anónimo dijo...

lo maraBilloso?, asi es. maraBrillosamente aburrido, mowgli funesto, deja de escribir esas mierdas criminales. criminales porque hacen perder el tiempo que podria ocuparse en leer algo menos pretencioso y con mas sustancia. eso. cambio y fuera

(O.o) dijo...

bueno cada uno hace lo que quiere con su tiempo y con SU espacio. no?

creo que una buena crítica es mejor que un mal día dcescargado en otro....
yo creo que pa eso están las familias...

y la cara es para darla
suerte, que la necesitas, como puedo ver.