jueves, mayo 17, 2007

morfear

Cae la tarde y en cierta casa del sector entro. Una señorita me recibe. De sus maneras puedo descubrir que es una ejecutiva sin sueldo. Peinada para la ocasión nos presenta a su artífice. Obrero y yo entramos en la sala.

- ¡OH!. Qué bueno que vinieron. Mire: ¿usted sabe de qué se trata nuestra entidad? -dice una de las dos.-No pueden caer en nuestra tentación -dice la otra.

Hermana y ejecutiva se alborotan un poco.

Comenzamos a ser tentados.

Cierro, un poco, la puerta con el pie.

Hermana se acerca a obrero y yo, de frente con ejecutiva, trato de mantenerme tranquilo. Ella se acerca de un paso. Me mira un milisegundo, de cerca, al ojo derecho y después vigila, de frente, la situación de los otros.

Se acerca sin pantalones,

de pie

hacia mi

sentado.

Se ha escupido el sector para que yo piense que está muy dispuesta.



No lo encuentro atractivo.

Baja quedando a mi altura de la boca.

Me mira tan indiferente que cae.

Baja, empezamos la frotación.

Bajo mis dedos, está rosada y sonríe.

Me caliento.

Trato de metérselo.




No se puede, es virgen.

Ella -intentemos otro poco.

- No, no importa.

- Mm.

- ¿Te molesta que te haya hecho eso?

- No. Más me molesta no haber hecho lo que iba a hacer.



Despierto. Sala con mucha gente. Salgo de la habitación. Cebada, campos. Todos actúan muy naturalmente. No conozco a nadie. Caminamos hacia una cancha donde se trabaja. Descubro que estoy en una cárcel-sanatorio para convictos traumáticos.

- ¿Qué hago aquí?

- Nada OH! Ya cállate.

- ¿Pero qué me pasó, por qué estoy aquí?

- No sé.

Adivino que todos saben,

tanto que todos se van de a uno a mis preguntas.

Adivino que estuve en coma.

Adivino que me violaron.


Es de día.


Me acerco a un grupo reunido en las camas.

- ¿Quién fue?

- Nadie.

- ¿Qué me pasó?

- Nada.

Uno sale como judas.

- Pero qué, ¿acaso me penetraron?

- No, pero te manosearon bastante.

- ¿Quién está metido?

- Varios, T tuvo que ver.

Tomo mi tambor.

Salgo.

Lo sigo.

Lo encuentro, es de noche.

Lo golpeo.

una

dos

tres

veces y se mueve a la cuarta ya no.

Comienza a gritar.

Salto una reja.

Todo va tornándose color piel.

Veo un guardia.

Puedo matarlo.

Cuida una puerta con una secretaria adentro.

Me alejo y es uno de varios contenedores traslapados, con sus respectivos dúos.

Adivino que hasta ahí llego.

Color piel.

Me despierto.

Son las nueve.

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